Una perfecta síntesis del clásico masaje con
piedras, unido al poder energético de la obsidiana. Desbloqueando tensiones,
contracturas, facilitando el fluir de la energía vital, disolviendo bloqueos y
haciendo un profundo trabajo sobre todo el cuerpo vital, equilibrando y
fortaleciendo el campo áurico, limpiándolo de energías negativas acumuladas por
efecto del estrés.
La
obsidiana, piedra semipreciosa producto del sobreenfriamiento de lava
volcánica, surge de las entrañas de la tierra, emparentada con el elemento
Fuego. Al enfriarse bruscamente no logra adquirir estructura cristalina, por lo
cual es considerada no un cristal sino un vidrio. En su estructura química
podemos encontrar óxidos de silicio y aluminio, más otros componentes que le
irán dando características particulares en cuanto a color y propiedades
energéticas. Las más comunes y abundantes son las obsidianas negras, aunque las
hay nevadas, pardo-rojizas, verdes y arco iris. Según su plano de corte se
manifiestan en diferentes tonos, y también con características de brillo e
iridiscencia particulares.
Las
culturas europeas conocieron primeramente las halladas en Etiopía, y su nombre
proviene de quien las descubriera en tiempos del Imperio Romano, el centurión Obsidianus.
Ya en ese entonces se conocen sus propiedades energéticas y sanadoras,
especialmente aquellas que revelan la profundidad del inconsciente.
En
Mesoamérica, y en toda la zona de los Andes se encuentran en abundancia, siendo
muy utilizadas por las civilizaciones prehispánicas del actual territorio de
México tanto para fines utilitarios por su capacidad de corte (en cuchillos,
puntas de flecha, espejos, etc.) como en usos rituales y decorativos. Su nombre
en lengua nahuatl es “itzli” y se la relaciona con Tezcatlipoca (el “Espejo
humeante”).
La
obsidiana permite aflorar del inconsciente nuestra sombra, para poder aceptarla
y abrazarla, produciendo una profunda sanación de nuestra alma. Al mismo
tiempo, libera todos los patrones negativos de energía, tanto del campo
energético como del físico.
Se la llama
la “piedra de la verdad”, pues nos enfrenta a aquello que verdaderamente somos,
disolviendo el ego, para que nuestro verdadero ser se manifieste en plenitud.
Las
obsidianas negras actúan sobre el chakra raíz y sobre los chakras del entrecejo
y coronilla, descendiendo las energías sutiles de estos dos últimos a un plano
más físico.
Las
obsidianas pardo-rojizas actúan principalmente sobre los chakras sexual y del
plexo solar, fortaleciendo el yo y la creatividad.
Las
obsidianas verdes actúan sobre el chakra cardíaco y laríngeo, sanando viejos
dolores emocionales y favoreciendo la comunicación.
Combinando
su uso con cuarzos claros, rosados o verdes potenciamos y enfocamos su energía
más eficazmente.
En el plano físico, las piedras de obsidiana se
utilizaron por siglos para equilibrar el funcionamiento de hígado y riñones,
para aliviar calambres, dolores reumáticos y otros dolores osteo-articulares.
Al
pulirlas, se logran piezas perfectamente lisas, en diferentes formas y tamaños.
Al ser calentadas mantienen la temperatura por largo tiempo, de modo que obtenemos elementos ideales para
manipular en masaje. Sumado esto al uso de aceites naturales, especialmente
formulados para producir una relajación profunda de las fibras musculares y
desinflamando tejidos, utilizando técnicas de disolución de bloqueos tomadas de
la medicina oriental, podemos decir que esta es una de las herramientas de
masaje más eficaces y completas para recobrar la salud y el bienestar integral.
Se trata,
pues, de un masaje profundo y placentero, que nos reconecta con nuestro Ser;
otorgándonos, además, claves de autoconocimiento y sanación de viejas heridas
del alma.